Historia de las pinturas de silicato
QUE ES LA PINTURA MINERAL DE SILICATO?
La pintura mineral de silicato se caracteriza por tener como aglutinante principal el silicato potásico, también conocido como “vidrio líquido”. Los pigmentos y cargas provienen exclusivamente de minerales extraídos directamente de la corteza terrestre. Una de sus principales ventajas es su notable durabilidad, resistencia a la radiación UV, y protección contra moho y hongos. Gracias a su composición mineral y elevada alcalinidad, garantiza una permanencia de color y reflejo superior. Además, su adherencia al soporte se logra mediante una reacción química llamada silicificación o petrificación, resultando en una unión mineral insoluble.
LIGANTE MINERAL: “VIDRIO LIQUIDO”
Desde la Edad Media, el silicato potásico líquido era conocido como “liquor Silicium”. Sin embargo, los avances significativos en su uso no se materializaron hasta mucho después. En 1768, Johan Wolfgang von Goethe llevó a cabo experimentos exitosos con este compuesto, obtenido al fusionar sílice de cuarzo con álcali, dando lugar a un vidrio líquido transparente.
Adolf Wilhelm Keim fue el pionero que revolucionó su aplicación. Respondiendo a la necesidad del rey Luis I de Baviera de tener una pintura más robusta que los frescos de cal ante el riguroso clima del norte de los Alpes, Keim desarrolló la primera generación de pinturas de silicato de dos componentes. Estas pinturas, caracterizadas por su durabilidad y estabilidad lumínica, llevan el legado de Keim y su innovación en el mundo de las pinturas.
PINTASIL: UNA PINTURA DE SILICATO MODERNA
Las pinturas minerales ofrecen una durabilidad excepcional. Al aplicarse, se integran profundamente en las paredes, fusionándose con el sustrato mineral. Esto crea un revestimiento resistente que no solo impermeabiliza la pared, sino que también protege revoques y hormigones del deterioro. A diferencia de otras pinturas que forman una película superficial, las pinturas minerales se adhieren desde el interior del muro, previniendo así la formación de fisuras y quiebres susceptibles al agua. Esta profunda adhesión elimina las condiciones propicias para la aparición de hongos y algas, tanto en la superficie como debajo de la capa de pintura.